jueves, 8 de octubre de 2009

Una vana realidad

Un cuervo se posa en la cima de un abeto. Lanza a su alrededor una mirada soberbia y un graznido de victoria. Este fantasma llamativo cree que el abeto se lo debe todo a él: su vida, su belleza, su perenne verdor, su fuerza en la lucha contra vientos y tempestades. La vanidad del cuervo es asombrosa. Se las da de bienhechor de un pacifico abeto, mientras este sin inmutarse, al parecer ni siquiera advierte la presencia de su agresivo huésped. Absorto en sus pensamientos, alarga hacia el cielo las extremidades de sus ramas. tolera con calma al ruidoso intruso. Nada perturba su meditación, su dignidad, su serenidad. !Cuantas nubes, cuantas aves migratorias han cruzado por encima de este abeto¡


Stefan Wyszyinski

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